Cinco minutos de difícil.

Anoche Clarita se fue a dormir a la casa de una amiguísima que este verano no vio tanto como se hubiera esperado. La pasaron a buscar tipo ocho rumbo a San Esteban y volverá hoy en algún momento indefinido, porque total, aunque sean los últimos dos días, todavía estamos de vacaciones y en ese aspecto sigo muy relajada. Solo en ése, aclaro. A modo de ejemplo podría contar que aún no compré ni una birome ni una media.
En fin. La cuestión es que hoy temprano llama la mamá de otra amiguísima de Clari para invitarla junto con otras cinco amigas a ir al río. A un río increíble! Programón. Picnic, playa, bosque. Pregunto, y claro, son muchas; la amiga donde está Clari no entra en el auto esta vez, porque además van dos adultos. Y Clara ama el río. Y la verdad no es un programa al que nosotros podamos llevarla. Mucho menos con cinco amigas. Pienso y la tentación es inmensa. Por ella. Sé que la pasaría bárbaro y que sería una despedida inolvidable de las vacaciones. Me siento un poco culpable privándola de una oportunidad como esta.
Pero también sé que sería una pésima enseñanza. Mala educación al cubo por un lado y cero valor a la amistad por el otro.
Sé que cuando le cuente, porque se lo voy a contar, me lo va a cuestionar y va  a decir..ohhhhhh...con ese tonito. 
Pero también sé que no va a tardar ni dos minutos en ponerse en el lugar de su amiga..."Che, muy lindo dormir acá pero me invitaron al río, chau me voy, pasala bien sola en tu casa muerta de calor!"....
No hay mucho para pensar en realidad, no?