No traigo un Yo de repuesto ni Recetas Salvavidas /Solo un Crónico lanzarme al Vacío

viernes, 3 de junio de 2016

Dicotomía

Odio cuando son las seis de la mañana y no me di cuenta de que me había quedado sin limones y tengo que salir en el frío y la oscuridad a cosechar uno del árbol para poder desayunar.

Amo que cuando me quedo sin limones para desayunar y no me había dado cuenta la noche anterior, puedo salir a cosechar uno de mi árbol apenitas me levanto.

Me descubrieron. Soy humana.


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martes, 31 de mayo de 2016

Me obligo a

Pintarme las uñas.
Por ejemplo.
Refutarme e ignorar en silencio el trillón de excusas que me invento, de seis a ocho y media de la mañana, cada lunes de cada semana, para no ir a yoga, para lograr ir.
Chatear huevadas con alguna amiga, no demasiado tiempo; porque siempre al final es inevitable caer en la pregunta, como va lo de Clara, y yo lo último que tengo ganas de explicar otra vez más son las burocracias por las cuales las cosas no avanzan. Pero unos minutos, digamos tres mates de huevadas, si. Y quizás cuatro, también.
Lavarme el pelo y secarmelo. Resistir fuerte la tentación de tijeretearmelo un poco más.
Vestirme un poco mejor aunque no vaya a ver a nadie, aunque solo sea quedarme en casa tejiendo y cocinando budines y colgando ropa. Porque cuando paso frente a un espejo y veo a La Chona me siento demasiado peor.
Inventarme un momento lindo, lo más digno posible de ser apreciado y subirlo a Instagram. Mi ejercicio diario.
De vez en cuando limpiarme la cara con aceite de coco y bicarbonato y que me quede lisita lisita.
Dejar un comentario en algún blog, Instagram, Fb, lo que sea.
Las uñas.
Para tener que llegar a ésto, el bajón tiene que ser demasiado hondo. Pintarme las uñas es algo que odio, porque no tengo pulso ni paciencia y porque nunca dejo de lavar platos y la pintada me dura media tarde, y porque en el fondo no le encuentro el sentido. Pero a la vez, no sé por que, verme las uñas pintadas me levanta automáticamente casi cualquier animo. Entonces me compré unos guantes de goma, amarillos, talle extra chico, así el animo me dura unos días más. Hasta que ya no aguante los guantes, digamos.
En fin; nada es perfecto, todo es complicado, los problemas no se solucionan si no que van siendo reemplazados por otros problemas.
Pero acá voy a seguir; de pie. Y con las uñas pintadas.


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miércoles, 6 de abril de 2016

Contracturas

Es extraño lo que el cansancio puede hacer en las personas.
A un cansancio extremo me refiero. Y crónico.
A un cansancio que no sé muy bien si viene de la acumulación de stress, de la falta de caminatas, del cambio en la alimentación, del poco dormir, del mucho tejer.
Lo cierto es que me levanto cansada, transito mi día cansada, me voy a dormir cansada. Y duermo cansada.
Tener que pensar en cosas, me agota. Tener que resolver cuestiones, por más mínimas que sean, me agota.
Saber que tanto depende de mi, me agota. Tener que seguir con la vida como si nada, me agota.
Pensar en escribir me agota y no estar escribiendo me agota más. Porque me deja la cabeza repleta de pensamientos.
Tal vez mañana debería empezar yoga.



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martes, 9 de febrero de 2016

Corduras


No puedo escribir.
Descubrí que fuera de casa, sin mi escritorio, sin mis ruidos, sin mis mañanas completamente sola, y, sobre todo, sin internet, no puedo.  Hace días que dije, bueno, escribo en un Word y después lo paso. Pero nada. No me sirve. Me falta todo lo otro.
Además me rodea el desorden inevitable de estar acampando dentro del living de la casa de alguien, en esta ocasión mi madre.
Bolsos, zapatillas, cajas, palangana, cucha de la perra, todo muy glam lo mio.
Cada mañana me levanto y ese rato sola desde que él se va a trabajar hasta que los demás se despiertan, lo paso acomodando todo para tener algún mínimo sentido de esa paz que solo se obtiene de un lugar ordenado.
Después me tiro en mi colchón emprolijado, con las ventanas abiertas a escondidas, porque si las ve madre no para con el dengue hasta la medianoche, con mi mate y con Serafina, y leo sin pausa todos los libros de Katzenbach de la biblioteca que me entran en los ojos.
Porque después de todo es febrero, el año me dio duro y sin tregua, el que comienza viene incierto, y algún mínimo sentido de vacación necesito regalarme. Como para poder sostener la cordura. Una pequeña cordura dentro mío.



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sábado, 9 de enero de 2016

A medias

Ayer subí una foto a Instagram que sugiere calma, descanso, disfrute y cierto ocio. Vacaciones, en fin.
Al pie de la foto aclaré que esta idea no coincidía pero para nada con mi estado real. O sea que era como un engaño. Aunque pensándolo mejor, ésto tampoco es del todo cierto.

La realidad es que son verdades todas a medias. Casi como todo, como siempre.
Ayer, también,  recuperamos el teléfono/internet después de tres semanas, creo, de estar incomunicados porque un camión de Telecom tiró sin querer el cable y sin querer (queriendo) ahí lo dejó.Y por eso pude subir la foto. Y por eso hoy estoy acá, desde demasiado temprano, tratando de escribir un mes en un pedacito de blog. Y no me sale. 
No me sale porque es mucho, supongo, y son cosas con las cuales hubiera escrito cinco entradas distintas si hubiera podido hacerlo en tiempo real. 
De todos modos no me quejo. Casi que al contrario, agradezco lo liberador que fue estar incomunicados y el efecto que produjo en mi familia. 
El aparador donde se guardan los juegos se abrió y se cerró casi todos los días, y las siestas y las noches se llenaron de Ajedrez, Uno, Chin, Clue, etc. El veinticinco la sobremesa con familia y amigos fue un eterno partido de TEG a la sombra del castaño, y el descubrimiento del año fue que si jugamos al Scrabble con las letras de dos juegos, la diversión dura horas.
A pesar de estos momentos, como el de la foto y los de los juegos, la mayoría del tiempo es una especie de opresión casi insostenible, mayormente por estar esperando un llamado que nos diga que finalmente llegó el turno de Clara para su cirugía y la incertidumbre y el terror que eso nos provoca. También por ciento cincuenta motivos más, pero digamos que ése domina el puesto número uno del ranking del stress desde hace casi un año. 
En fin, sin que me diera demasiado cuenta, empezó el 2016. 
La verdad, sacando el aumento escandaloso de ciertos precios, no noto mucha diferencia. Terminar un año y empezar otro, para mi cada día tiene menos sentido. 
Siento que voy a despertar mañana, y va a ser Marzo.


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