De hecho, con el pasar de los años, puede que haya llegado a la conclusión de que estaba más enamorada de toda su familia que del novio en cuestión. Puede.
Pero no vamos a ahondar en esos detalles ahora, porque realmente no vienen para nada al caso.
La cosa es que un día yo vi la película Shirley Valentine y me pareció la más genial de todas las películas. No puedo decir exactamente que cosa me pareció tan genial. Si el hecho de que esta mujer harta de su vida hablara con la pared, o que se rebelara cambiándole el menú al marido, o que finalmente mandara todo a la mierda y... Bue, yo sé que es vieja la peli pero tampoco da spoilear al cuete. Veanlá y después charlamos. La verdad es que no queda claro porque me gustó tanto.
Yo no tenía veinte todavía y mi perspectiva de la vida era otra. Otra con mayúsculas muy muy grandes.
La cosa es que se me ocurrió comentárselo a la mamá de mi novio y una noche la alquilamos y la vimos los tres.
La película es graciosa. Así que hubo risas. Bastantes risas. Que de a poco se fueron transformando en carcajadas que de a poco se fueron transformando en llantos. Porque claro, mi suegra no tenía casi veinte y su perspectiva de la vida y del matrimonio y del amor, era otra. Otra con mayúsculas demasiado grandes.
Ayer estaba pelando castañas en la cocina y pensé que estaba hablando con Clarita pero no. Estaba hablando sola. O con la pared. Y me acordé de Shirley, de esa suegra y de mi.
Y pensé en cual será la perspectiva de vida que tengo ahora, parada desde el otro extremo de esos casi veinte y la vida toda por delante; de la maternidad y el trabajo que a veces lo invaden todo, y uno trata de que la magia fluya desde los rincones más insospechados; del aburrirse, o no; de revolear la chancleta o remendarla y hacerle un lindo bordado; de dejarse sorprender sin estar acechando las sorpresas como si fueran una presa para almacenar para el invierno.
Del espejo que somos el uno para el otro y de como la mayoría de las veces evitamos mirarnos.
De saber caminar de la mano.
De saber caminar solos.
En fin. De lo que cada cual necesita recorrer para llegar a si mismo, supongo.
Don´t we wall?
