Con los ojos

Él estuvo varios meses sin trabajar y los dedicó a agrandar la huerta al doble de lo que era. Además la tuvo que cubrir y cercar porque entre las langostas, los pájaros y los cuises nos puede llegar a quedar nada en media hora. A partir de septiembre empezamos con los almácigos y preparamos canteros y tierra. Es una tarea de nunca acabar. Los yuyos crecen por minuto. El sol está fuertísimo y la lluvia no viene. Entregué mi casa al desorden para dedicarme a mis futuras ensaladas y a los tejidos que tengo que tener listos en diciembre. Asi que por acá, pocas palabras y un muy pequeño recorrido visual por lo que anda pasando en mi casa.

El frente de la casa y las dos huertas al costado

Bajo el damasco tejo...

Dentro de la huerta nueva

Frambuesas, lechugas y parra

La puerta de su infancia reciclada. 

Anita aprende a diferenciar yuyos de lechugas, rúculas y remolachas.