Domingo al anochecer, cuando al fin afloja el calor tremendo.
Tejo interminables flores de colores en crochet. Improviso una guirnalda porque Clara me avisó tarde que tenía un cumpleaños al día siguiente.
Se corta la luz. Se hace silencio.
Buscamos velas, las repartimos.
Sigo tejiendo en penumbras; los dedos saben.
Ana me charla sin parar; me cuenta cosas. Me cuesta seguirla, va muy rápido. O tejo casi sin ver, o escucho. Por ahí capto algo muy gracioso de lo que dice y entonces me río.
Pienso en las tres cosas que tengo en el horno y calculo que todavía no tengo que salir corriendo a apagarlo.
La perra llora porque quiere entrar.
Vuelve la luz.

Tejo interminables flores de colores en crochet. Improviso una guirnalda porque Clara me avisó tarde que tenía un cumpleaños al día siguiente.
Se corta la luz. Se hace silencio.
Buscamos velas, las repartimos.
Sigo tejiendo en penumbras; los dedos saben.
Ana me charla sin parar; me cuenta cosas. Me cuesta seguirla, va muy rápido. O tejo casi sin ver, o escucho. Por ahí capto algo muy gracioso de lo que dice y entonces me río.
Pienso en las tres cosas que tengo en el horno y calculo que todavía no tengo que salir corriendo a apagarlo.
La perra llora porque quiere entrar.
Vuelve la luz.
