Raro que se me haya pasado, porque estos bomboncitos están llenos de virtudes: son ricos, super fáciles de hacer, y super super sanos y sobre todo alimentadores! Y algo tan lleno de virtudes merece ser compartido de inmediato.
Para enmendar mi descuido les voy a dar dos recetas en lugar de una.
Empezamos por los bombones. Para hacerlos es preciso haber hecho leche de semillas previamente. Puede ser de cualquier semilla supongo, aunque las que yo hago son o de almendras cuando puedo comprarlas o la versión económica de coco y nuez, o la versión me dio fiaca pelar y picar las nueces, de coco y girasol.
El bagazo es lo que queda al colar la leche. Podríamos llamarlo el desperdicio, si estuviéramos hablando de otra cosa, pero en este caso no hay nada más alejado de la realidad.
Para hacer la leche (receta) uso siempre cien gramos de semillas, por lo tanto al partir del bagazo del colado, no necesito medir ni pesar nada.
Para las que son medio TOC como yo y precisan medidas exactas, les aviso: esta receta no las tiene. Se trata de ir metiendo a ojo y de a poco en la procesadora, e ir probando y ajustando hasta que nos guste.
Ponemos, entonces, en la procesadora, el bagazo, un puñado de dátiles o pasas, cacao, pizca de canela, azúcar mascabo o integral y un hilito de aceite, si es orgánico ciento cincuenta mil millones de veces mejor! Procesamos, probamos, y si nos gusta, hacemos los bomboncitos. Listo. Se pueden pasar por coco rallado, o sésamo, o nuez molida o lo que sea, o dejarlos así, que es lo que hago yo.
La receta número dos es simple. Tan simple que nunca se me había ocurrido y solía sufrir cada vez que pagaba un frasco de manteca de maní y lo cuidaba como si fuera oro en polvo. Porque la manteca de maní que yo compraba era la buena. La que es solo maní triturado. Hay otras que traen agregado de azúcar, aceite y aceite vegetal hidrogenado, que es un re veneno. Hasta que un día la amiga Renata que es más avivada que yo, compartió la receta y nos cambió la vida para siempre. Y digo receta por decirle de algún modo al simple hecho de procesar el maní echando un hilo (más bien diría tanza) de aceite hasta que tome la consistencia deseada. Se guarda en un frasco y dura varios días fuera de la heladera.
Porque asocié estas dos recetas? Porque un día había hecho la pasta de maní y estaba por hacer bombones y se me ocurrió probar de no lavar la procesadora en medio de las dos recetas e incluso dejar un poco de pasta de maní, más o menos una cucharada, a ver como quedaban. Y quedaron impresionantes!
Espero que los hagan, y sobre todo que les gusten. Yo sé que a veces adaptarse a nuevos sabores no es fácil, pero para mi la comida viva o integral es un viaje de ida sin retorno, sobre todo desde que dejé el trigo, y les juro que apenas el cuerpo y el paladar se acostumbran y se empiezan a desintoxicar, alguna magia pasa y no pensás nunca más en una medialuna.
{Manteca de maní}
{Bagazo en la procesadora}
{Bagazo y los demás ingredientes}
{Bombones listos}
