Ayer pasé el día en Cordoba porque la tuve que llevar a Clarita al osteópata. Fuimos muy temprano con una amiga que me llevó en el auto (millones de trillones de gracias Caro!!!) y aprovechamos para pasar la mañana con nuestras hijas que viven allá; yo con la mía, ella con la suya. Le llevé a Abril un estante de madera para la cocina que le hizo el papá y que la hizo saltar de alegría, y la acompañé a la facultad a averiguar de una carrera. La cosa es que la carrera se estudia solamente en universidad privada, pero lo bueno es que por ser una carrera nueva, o medio rara, o no sé que, el gobierno otorga becas que cubren casi el total del costo mensual. Todo muy bonito hasta ahi. Pero resulta que como nosotros lamentablemente no podemos mantener a nuestra hija y por lo tanto ella tiene que trabajar, y lo hace en blanco, no puede aplicar a la beca. Claro que su sueldo le alcanza muy raspando para pagar el alquiler, expensas, impuestos, comida...Y claro que los chicos que no trabajan y sí pueden aplicar a la beca, en su mayoría son mantenidos por sus padres. Me consta. O sea, estoy penduleando entre la bronca y la angustia de la injusticia y obviamente haciendo mil cosas para tratar de ayudarla. Porque no pienso quedarme lamentándome si no accionar y resolver.
En fin, que pasamos un día diferente, que trato de seguir siendo optimista porque si no la vida sería pura negrura, que encontré el departamento de mi hija más lindo que la última vez y que eso es en gran parte gracias al ingenio, el reciclado y la generosidad de personas que regalan cosas que ya no usan para que otros las puedan disfrutar.