Por ahora vengo bien.
Claro que pasaron solo tres días. Bueno, en realidad cuatro, pero creo que el simulacro de comienzo de clases del viernes no cuenta. No se empiezan las clases un viernes! Me pareció cualquiera y sinceramente hubiera preferido que mi mente y mis hijas disfrutaran de la idea de cinco días más de vacaciones y directamente empezar el lunes.
Sé que podría haberlas hecho faltar, pero así como protesto por el colegio y defiendo a muerte el tiempo de descanso, al momento del trabajo o el estudio soy Sarmiento.
El domingo fue la culminación de una especie de fin de semana de trabajo que comenzó el jueves. Él y sus hermanos tuvieron que terminar de vaciar y ordenar la casa de sus padres, para alquilarla; lo cual significó una nueva avalancha de objetos invadiendo mi hogar. Objetos como dos baúles de libros viejos impregnados con olor a humedad a tal punto que hace cuatro días que toman sol desparramados sobre una mesa en el jardín, algunas fotos, papeles para prender los fuegos del invierno, y discos. Discos. O sea, vinilos. LP's. Maravillas que justificaron que él trajera de su taller el equipo con tocadiscos donde escucha la radio y yo desenterrara mis discos, los de jazz heredados de mi viejo, y los otros, heredados de la vida. Lamentablemente de los comprados por mi solo quedó uno de Carpenters, el del auto colorado en la tapa, ya saben.
Además, como estaba pronosticado lluvia y tiempo fresco, el sábado dejamos maiz y porotos en remojo para compartir un locro con amigos al día siguiente, evento que se transformo en uno de esos días en los que solo te levantas de la mesa para traer más cosas, llevar las sucias a la cocina y volver a calentar el agua del mate. Amigos al almuerzo, amigos más tarde, panqueques, Tea for the Tillerman y Phil Collins, Abril, su novio y su papá (el del novio!) al anochecer, y recién a lo último, casi casi un poquito tarde, a terminar de armar las carpetas y asumir que al día siguiente era ese lunes que divide al año en dos.
Por si alguna, cosa que dudo, en algún momento llegó a pensar que puedo ser una madre ejemplar, les cuento que a las seis de la mañana Clarita bajó con un buzo azul que de pronto era manga tres cuartos (claro, si era el de sexto grado!!). La miré dos segundos y le dije, creo que tu hermana tiene dos sweaters, andá a pedile uno. Listo, chau. Si le dedico demasiada energía a las pelotudeces después no me alcanza para lo importante. O sea, lo que yo considero importante. Que, claramente, son otras cosas.
Este año Anita almuerza fuera de casa todos los días y Clari dos. Y mi idea es no resolver con sandwiches salvo extrema necesidad, asi que gran parte de mi día va a transcurrir en la cocina, con un cronograma de horneado que permita economizar tiempo y gas al cocinar al mismo tiempo tartas de zapallitos, budines y en lo posible muffins de cacao o manzana. Ayer medio que entré en pánico porque se me terminó la garrafa y
él no estaba para cambiarla, pero hice Om y me proyecté en modo no histeria y sobrellevamos la cuestión sin ningún comentario mordaz de mi parte. Lo cual, por supuesto, merecía aplausos y ovaciones, pero nadie se dio cuenta.
A Clari el primer día, además de fechas para varias pruebas diagnostico con nota, le dieron más de veinte puntos de matemática para resolver. Eran teóricos, aclaro. Lo resolvió sola con google, salvo uno que se lo acordaba, con lo cual me doy por satisfecha. Y además, no sé si prestaron atención, pero dije "sola". Todo llega.
Abril comenzó el cursillo para Simulaciones Virtuales. No me pregunten que es por favor. Fíjense si lo googlean y lo entienden. Yo estoy tratando todavía pero sé que está muy muy bueno. Aunque no consiguió, por ahora, ninguna beca, obviamente decidimos seguir adelante, haciendo los esfuerzos que hagan falta. Porque entre otras cosas, para eso somos los padres.
Anita por ahora ya se leyó dos libros en clase. Libros extracurriculares se entiende. No sé muy bien como hace, pero tiene la terrible capacidad de absorber todo lo que el profesor diga aunque esté haciendo otra cosa. La perdono porque trabajó duro todo el verano para pagarse su viaje Au Pair, porque va a seguir trabajando mientras va al cole, porque empezó Ashtanga y le encanta y porque terminó el año pasado con excelentes notas. Y porque lee Kafka, sobre todo.
Cómo frutilla del postre les cuento que el lunes, en un arranque de "hicimos números y dieron mejor", llevamos a presupuestar el lavarropas y creo que hoy doy el ok. Dedos cruzados, gracias.