Y hasta el cielo brilla más

No es tán temprano. Nueve menos cinco minutos. Con Rufus bien seguro en su correa, y Clara peinada y desayunada, parto para llevarla a su escuelita de inglés, aca no más, a unas cuadras. La verdad, no nos abrigamos demasiado; apenas un saquito de lana fina sobre una remera de mangas largas, asi que me vuelvo, pero solo para buscar un pañuelo que me enrosco al cuello, mi punto debil. La brisita mañanera decido bancarmela. Porque me hace acordar a algo; no registro muy bien a que; a algo de infancia o de hace mucho tiempo. 

Anteayer llovió. Se llovió todo. Cayó durante la noche, y por la mañana y hasta la tarde, con truenos, rayos y granizo y  viento y todo lo demás. Y el mundo cambió. Nuestra vida cambió, y probablemente nuestras perspectivas para este verano sean mejores. Se nota en los animos de todos. 

Vamos saltando con Clarita y Rufus, el sol detras nuestro, los olores de todo se sienten con mas fuerza, los verdes increibles que hace tanto no veiamos, la luz de las cosas. Camino y mis botas ya no se hunden en centímetros de tierra seca, ni nubes de polvo salen volando con cada paso que doy. Ramas y hojas y pedazos de cortezas cubren todo, y la geografia de la calle cambió, con hendiduras y curvas donde antes no había.

Los colores se ven como si los vieramos por primera vez. El volumen de los pajaros nos llena los oidos. Estamos  los tres como euforicos.

Cla va descubriendo los cambios pequeños, el camino de piedras por donde salta cada mañana quedó tapado por el barro, la hiedra que cubre la pared en esa casa parece recien lustrada, en la esquina de esa calle se hizo un pozo gigante, el rosal de ahi enfrente empezo a florecer.

Y si. 

Agua le dicen. 

Se llama vida.

Y hasta el cielo brilla más.

[agregué unas fotos porque yo misma no soporto lo escrito sin fotos, y aunque no sean del paseo con Clara, ni de la lluvia, tienen un poco de la luz  que quisiera ver más seguido cerca mio]