Siempre hay algo que me distrae, y no es el Candy Crush precisamente. O a lo mejor si, quien sabe. También puede ser hacer mi cama, o regar las plantas o muy probablemente, tejer.
Pero en realidad es todo mentira. Nada de eso me impide escribir. Escribo mentalmente mientras duermo, mientras me acuesto y mientras me estoy levantando.
Pienso: despacho hijas, me hago el mate, prendo la radio y escribo. Y sin embargo siempre hay algo que...
Es como una prenda de ropa que te encanta y que siempre te querés poner pero que no te resulta cien por ciento cómoda, y entonces, aunque la pensas todos los días, al final nunca la usas.
Hay algo, quizás la silla, el escritorio, el apuro, la luz, mis pensamiento, que me anda incomodando demasiado. Y doy vueltas y vueltas. Y vueltas.
Para rematarla estuve sin internet. Bueno, es medio relativo. Algunas cosas andaban, otras no. Podía descargar Dexter, por ejemplo, pero no usar FB, ni Twitter, ni Flickr ni mucho menos Blogger. A veces podía abrir FB y ver pero no interactuar. Bueno, en fin; luego de tres semanas asi, como por arte de magia, acá estamos. Misterio.
También se me rompió el lavarropas, solo que no se arregló magicamente. Para mi gran sorpresa, remojar la ropa en palanganas con jabón en polvo, removerla un poco cada rato, enjuagarla y escurrirla no me resultó tan tremendo. Hicimos cinco lavados con él el domingo a la mañana y descubrí lo buen centrifugador que puede ser. A las tres de la tarde ya tenía todo colgado entre las sogas y el tender y gracias a un día con sol y viento, al atardecer todo estaba seco y doblado. Hoy me toca sola, y no tengo tanta fuerza en los brazos, asi que supongo que chorreará un poco más, pero amiquemeimportatotal.
A principio, más o menos, de año también se me había roto la computadora, gracias a los cortes de luz y las bajas de tensión de la zona. Estuvo en arreglo semana y media y ese poco tiempo bastó para que me atrasara tres meses en mi 365. No me pregunten como ni por que. Cada día que pasaba era peor. Además tampoco sacaba fotos, o sea que cuando finalmente me senté a reorganizar y subir y tratar de acomodar tuve que mandar fruta. Lo peor es que nadie me fiscaliza nada. Mi 365 es mio y punto. Estoy en un grupo solo, y somos siete participantes. O sea. Pero la culpa que me genera es grande grande. Tanto que me mandaría yo solita de una patada en el culo al diván. Aunque para defenderme un poco debo aclarar que la culpa es directamente proporcional al placer que me produce llegar al treinta y uno de diciembre con un año registrado día a día y el sueño de alguna vez imprimirlo.
La cosa es que estas semanas sin internet me pasó lo mismo, y aunque esta vez tuve la sensatez suficiente como para obligarme a sacar fotos, que no queden dudas: tratar de subir a Flickr y ordenar y acomodar un 365 con retraso, es uno de los lastres más grandes de la vida!
En fin. Se me lavó el mate. Me esperan las palanganas. Di un montón de vueltas y creo que no dije nada. Voy a ir poniendo un arroz yamaní al fuego porque son las once menos diez.